Los Abogados Concursales trabajan cerca de las empresas que peor lo están pasando. Quienes deciden emprender un negocio propio procuran, en el mejor de los casos, formarse sobre el tenor de lo que será el objeto de su actividad. Es decir, el empresario por lo general está preparado y se prepara para procurar la mejor rentabilidad y marcha de su empresa. Nos entrenamos para que todo vaya bien.
Sin embargo, no son muchos los que tienen un conocimiento preciso de que hacer cuando las cosas no marchan bien en el negocio. La estadística es un testigo pertinaz —y aguafiestas si me lo permiten— que se empeñan recordarnos una y otra vez que son muchas las empresas con problemas de tesorería las que tenemos en nuestro país.
En nuestra calidad de despacho especialista en derecho concursal, queremos explicar cuál es el cometido de los abogados concursales al servicio de las empresas que peor lo están pasando. Como es sabido por todos nuestros lectores, no se tratara de una clase magistral para expertos en derecho sino al contrario, un acercamiento del término y cometido al buen entender del ciudadano medio.
Los Abogados Concursales ayudan a la empresa insolvente
Decimos que una empresa es insolvente cuando no es capaz de hacer frente a los compromisos de pago que ha adquirido a lo largo de su andadura. En este escenario, los interlocutores habituales de la empresa (sus proveedores, la administración pública, las empresas de suministros, el casero, etc.) Se convierten en acreedores de una deuda creciente con todos ellos.
El concurso de acreedores o proceso concursal, es un mecanismo jurídico que no es del todo reconocido por el ciudadano medio al considerarlo la antesala de la desaparición de esa empresa. En muchos casos se entiende la figura del administrador concursal como aquel que porta la guadaña bajo la que claudicará la empresa.
La insolvencia es otro de esos muchos escenarios malsanos cuyo diagnóstico mejora mucho gracias a la detección temprana. Al menor atisbo de incapacidad de pagar, acude a la ayuda de abogados concursales Clic para tuitearEste imaginario colectivo de lo que es un proceso concursal, tiene más que ver con la feliz distancia con el delicado momento, que con un conocimiento real del mismo. El concurso de acreedores tiene una doble misión. La primera de ellas no sólo no es disolver la empresa, sino que es salvarla. El administrador concursal toma las riendas —administrativamente hablando— de una empresa que no está bien gestionada y comienza su viaje a la solvencia aupados a un plan de viabilidad. En ese recorrido se tomarán nuevas decisiones de carácter económico y financiero, de gestión, etc. y muy probablemente se abre un proceso de realización de bienes —venta y/o subasta— que pretende generar liquidez suficiente para pagar a los acreedores por medio de la venta de activos inmobiliarios, industriales o técnicos de la empresa.
La segunda misión del proceso concursal es, efectivamente, la disolución ordenada de la sociedad concursada. Pero a este escenario sólo se llegará si ha sido insuficiente con el plan de viabilidad. Nuevamente, acudimos a la terca estadística que nos cuenta que en un porcentaje muy elevado de los casos que terminan en disolución de la sociedad, se pudo haber salvado junto a sus empleados y medios productivos de haber acudido antes al consejo de los abogados concursales.
La insolvencia es otro de esos muchos escenarios malsanos cuyo diagnóstico mejora mucho gracias a la detección temprana. Por lo tanto, nuestro mejor consejo es que a la menor toma de conciencia de problemas de tesorería contacte con abogados concursales capaces de romper esa espiral achacosa y por medio de la aplicación de su propia experiencia y medidas expertas, puedan reflotar el rumbo de esa nave y llevarla a puerto seguro.
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